El hombres de las ratas

Sé que en los últimos quince días los tuve muy abandonados. Tengo mis excusas, se los juro.
Pero he vuelto. Y afónica, un poco estresada y sobre todo, harta, demasiado harta de Saraza S.A.

Hoy llegué a la oficina con la voz ronca. No faltó pelotudo que me hiciera un chiste al respecto. Perdí la paciencia con el que hizo Sr. Jefe CEO…
(Le hubiera querido responder: «En realidad soy un travestí y tengo la voz de lo rota que me deja esta vida de mierda. Porque no me alcanza con lo que me pagás reverendo hijo de puta, entonces me garpan para que me rompen *LITERALMENTE* el o(PPPIIIIIIIIII)» -no como vos, pedazo de pelotudo, que me lo rompés ‘simbólicamente’-. De todas maneras, hubiera sido poco verosímil, salvo por la voz ronca, no hay indicios de transvestismo en mi).
Sin embargo sonreí y le dije «¡Hay que cumplir con las responsabilidades! ¡Eso es la proactividad!»
Y me soné la nariz.

Hoy se fue la 9na. persona desde que entré.
Srta. Bricolage no da abasto, dando de altas y bajas en el sistema a empleados que se van y otros que ingresan. Tacha la cara de agunos, agrega la cara de otros. Llena la cartelera con mensajitos de bienvenida. Ninguno de despedida.

Y así marcha Saraza SA, entre puchos que hacen unos y que continuan otros.

Estadísticamente hablando, es una empresa que tiene un personal que promedia los 26 años.
Una política en recursos humanos similar a la de un call center.

La frutilla de la copa, es Sr. Jefe CEO, que luego de analizarlo meticulosamente, decidí clasificarlo en la patología del «perverso narcisista»

El perverso narcisista es un persona sin capacidad de empatía real, lo que se denomina empatía utilitaria, es decir que sólo reconoce las necesidades del otro para utilizarlas para su propio beneficio.

Ahora bien, paso a detallar cómo arribé a dicha conclusión.
En la última semana de febrero, mi ego no pudo tolerar más. Saber que mi remuneración está por debajo de la recepcionista, me altera desmedidamente.
Entonces hablé. Le pedí cinco minutos y muy fríamente presenté mi argumento

Yo
Quiero hablar de mi remuneración. No considero justo el beneficio que me otorgaste hace un mes, porque lamentablemente sé que eso es parte de un ajuste salarial que se hace a principio de año. No me gusta que me tomen por estúpida.

Sr. Jefe CEO
No, no, no es así. Es un aumento en relación al desempeño. Tu desempeño valió un aumento del 10%. Como ya te mencioné no otorgamos aumentos antes de cumplidos los seis meses

Yo
Bien, pero me parece justo recordarte que cuando me contrataste, me dijiste que el número se volvería hablar a los tres meses. Me lo dijiste en las dos entrevista que me hiciste. Entonces, o algo falla en tu calendario o estamos severamente desincronizados.
Por otra parte, no quiero un aumento sobre mi sueldo actual. Quiero hablar nuevamente mi número. Me contrataron para hacer tareas desde casa, conectada a internet. Medio tiempo. En cambio, estoy trabajando en oficina, full time y desempeñando muchísimas tareas que no habías previsto. Creo que es justo que hablemos de un nuevo número. Y como sé que sos un tipo justo (bullshit), sé que lo vas a tener en cuenta.

Sr. Jefe CEO
No hasta que cumplas los seis meses de antigëdad

Yo
¿Sabés qué? ¿Querés que te sea completamente honesta? Me siento patética ganando menos que la recepcionista. Me tenés haciendo laburo fino y profesional. Estoy a un paso de graduarme. Definitivamente, no puedo estar por debajo de alguien que hizo un curso de reiki y otro de tarot. Disculpame la rudeza. Pero esta conversación, mejor dicho, estas circunstancias están sacando lo peor de mi

Sr. Jefe CEO
Considero que es un desubicación total que te compares con otros integrantes de esta empresa. Cada uno de ustedes tiene un valor por sí mismos

Yo
¿Perdón? Pará, me perdí de algo, si cada uno de nosotros tuviéramos un valor inherente y no existiera ni la competencia ni la comparación, entonces no existiría lo que se conoce como «mercado laboral»

Sr. Jefe CEO
No seas irónica. Te creés más inteligente que el resto. Pero no es así. La recepcionista gana lo que gana porque es fundamental en esta empresa. Yo te recomiendo -e insisto, ésto es una opinión netamente personal- que si vas a encarar nuevamente un tema laboral de esta índole, evites la comparación. No habla muy bien de vos

Yo (atónita)
No me dejás otro recurso.

Sr. Jefe CEO -impacible-
Podés argumentar sobre el valor agregado que aportaste a esta empresa desde que llegaste. Y si, fue mucho lo que hiciste. Realmente, las cosas están funcionando distintas desde que entraste. Srta. Bricolage está muy contenta con tu desempeño. Entonces, podes argumentar sobre tu capacidad laboral

Yo -completamente sacada-
No apelé a mi «capacidad laboral» porque asumí que decididamente nadie la estaba viendo, sino no estaría por debajo de la especialista en tarot.

Sr. Jefe CEO -con tono pedágogico-
En serio, queda mal que te compares con otros.

Yo
Volvamos a mi tema. Si aporto tanto valor agregado, ¿podemos redefinir mi número?

Sr. Jefe CEO
Cuando cumplas los seis meses de antigüedad. Y no, no quiero ver que tu predisposición decae. Empecé a notarte con desgano. Por favor, no nos obligues a tomar una decisión que no queremos tomar.

Yo
No te preocupes. La decisión la voy a tomar yo.

Ese día, lo entendí: es un perverso. Desde entonces me detuve a escucharlo con atención: siempre tiene una respuesta para todo. Por más que sea cualquier verdura. La tiene. Y hasta te convence.
O cuando vas a encararlo, te da vuelta la idea, te la retuerce, te termina haciendo sentir culpable a vos, cuando en realidad tendía que haber sido al revés.
O cuando vas con un planteo, que pensas que te va a sacar cagando, te responde: «y si, las cosas son así, pero hay que disfrazarlas» y te guiña un ojo.

La perversidad no proviene de un trastorno psiquiátrico sino de una fria racionalidad que se combina con la incapacidad de considerar a los demás como seres humanos, el perverso sabe cómo seducir al grupo y conseguir que funcione de una manera inhabitual, conoce sus límites y frena su acción cuando percibe que ha sido descubierto.

Deja un comentario