Nunca relaté las circunstancias azarosas, que me condujeron a enviar un CV a Saraza SA.
Había leído un aviso bizarro: «Se busca BLOGGER CREATIVO».
Lo sé: de eso no podía salir nada bueno. Sin embargo, era gracioso y hasta curioso: «buscamos ‘internet heavy users’, con conocimiento en nuevas tecnologías, social media, posicionamiento en buscadores. Personas que hayan tenido un blog propio o que participen activamente en la web»
Si, pequé de estúpida e ingenua: era imposible que me pagaran por hacer lo que hago cuando pelotudeo.
De todos modos, poco sabía entonces y mandé mi CV con una carta de presentación que me describía como LA indicada.
En la primera entrevista me comentaron a grandes rasgos lo que esperaban del puesto -«nuevo en esta empresa, no sabemos si va a funcionar»-
Jefe CEO
Queremos posicionarnos en la WEB 2.O
Yo
Ok…
Jefe CEO
Queremos a alguien en la generación de contenidos multimedia
Yo
Ok…
Jefe CEO
Alguien que tenga experiencia en el uso de los social media, que pueda preveer y planificar, cómo posicionar nuestra marca y nuestro producto
Yo
Ok…
Jefe CEO
Alguien proactivo
Yo
…
Jefe CEO
El puesto sería desde tu casa
YO
¡Genial!
Jefe CEO
Como verás, este puesto es «poco común». No existe en esta empresa. Por eso, te tomaríamos a prueba para ver si funcionás. Si el puesto sirve y si vos servís para el puesto
Yo
Ok…
Sin embargo, el día que empecé me hicieron ir a la oficina. El segundo día también. El tercero lo mismo.
Lo del «teletrabajo» quedó olvidado, como si nadie lo hubiera mencionado.
A medida que más horas pasaba en esa oficina maldita, mayores aptitudes encontraban en mi «actitud proactiva»: ya no sólo generaba contenido sobre productos invendibles. También descubrieron mi destreza con ciertas herramientas gráficas y empezaron a sacar provecho de ello. Sin saber de diseño gráfico, pero poseyendo la sapiencia técnica para operarlos, quedé pegada inmediatamente en un puesto para el que no me contrataron y que detesto: no, no quiero «diseñar». Yo no «diseño». Yo escribo. Yo pelotudeo en internet.
No me interesa «diseñar» promos. Newsletters. Afiches. Tarjetas. Powerpoints. Ni piezas de comunicación corporativa.
No, definitivamente, mi sueldo no contempla todas esas «prestaciones extras», que descubrieron en mi.
Yo sólo queria ser una blogger creativa. (por eso, ahora, ¡escribo en wordpress! ¡?)
Snif!
Algo se perdió en el camino, pero no sé cómo de una supuesta «blogger» (¿blogger? no hay un término más pelotudo que «blogger») «creativa», terminé sindo una de «las chicas de marketing» (la otra es, la tan conocida por ustedes, Srta. Bricolage. Mi jefa.-)
Ser parte del «Depto. de Marketing», me trae severas contradicciones éticas. A saber:
a.- No elegí ser de marketing. Definitivamente, no quiero ser de marketing. No sirvo para vender. Marketing es algo que atenta contra mi moral y mi estima. «Estudiá Marketing en Palermo». Los que se sienten interpelados con esa frase, son los que asimismo, responden avisos laborales con títulos como «Analista de Marketing». O similares. No hay forma de aplicar para blogger creativo y terminar siendo una de «las de marketing». Mucho menos, que me sigan pagando como si fuera una blogger que hace teletrabajo. Y no como una de marketing.
b.- De todas maneras, algo positivo rescato de esta experiencia: me he vuelto una acérrima creyente. No pasa día en el que no pregunto «¡¿DIOS MIO!? ¡¿POR QUÉ!?»